cohesión social

La cohesión social es un paradigma que se remonta al siglo XIX, cuando Émile Durkheim, Auguste Comte y Herbert Spencer estudiaron la unidad social. En la región sudamericana, el sociólogo uruguayo José Pedro Varela y el educador venezolano Simón Rodríguez son algunos referentes históricos. Preocupados por la desigualdad de la época, trataron de promover la integración social en sus escritos.

Desde entonces, la cohesión social se ha convertido en un indicador del bienestar de una sociedad y en una herramienta para mejorarla. Dados los múltiples problemas sociales de América Latina, una comprensión más profunda de la cohesión social podría arrojar luz no solo sobre sus causas, sino también sobre sus posibles soluciones.

Problemas públicos entre los países de América Latina

La pobreza, por supuesto, es uno de los problemas más importantes de la región. La Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) registró una ligera disminución de la pobreza en los países de la región entre 2001 y 2014. Sin embargo, pronto se produjo un ligero aumento con cierto estancamiento entre 2015 y 2020. De acuerdo con las cifras de ese mismo organismo, el 35,8 % de la población vivía en situación de pobreza en 2006. En 2020, esa cifra pasó a 33 %. En esencia, este problema apenas ha mermado.

La pobreza margina a muchos de los frutos del crecimiento económico. Este progreso excluyente dificulta la cohesión social, pues desigualdad socioeconómica y las limitaciones no permiten a todos disfrutar equitativamente de una mejor calidad de vida. Además, crea sentimientos de malestar hacia el entorno entre los excluidos.

A pesar de algunos avances, la CEPAL estima que la distribución de ingresos en la región está entre las peores del mundo, proclive a la concentración extrema. En 2018, el 24,2 % de las personas en América Latina y el Caribe ganaba menos de 5,5 dólares al día, mientras que el 4,4 % subsistía con 1,90 dólares diarios. Según un ranking del Banco Mundial de países por coeficiente de Gini (un método para medir la desigualdad de ingresos), ocho naciones latinoamericanas se situaron entre las veinte primeras.

¿Qué es la cohesión social?

El término “cohesión social” suele traer a la mente una relación armoniosa entre las personas, que incluye la integración social y el sentido de pertenencia. Sin embargo, cuestiones como la volatilidad en la economía, la acentuación de las brechas sociales, la necesidad de regímenes democráticos y las crisis laborales pueden provocar otras formas de unión. Por ejemplo, la exclusión social puede llevar a una mayor integración de bandas criminales.

Según la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), una sociedad puede considerarse más cohesionada socialmente cuando sus miembros trabajan por el bienestar de los demás y se esfuerzan por reducir las desigualdades sociales. En ese sentido, una sociedad socialmente cohesionada es más autorregulada y sostenible.

La cohesión social tiene una vertiente objetiva y otra subjetiva. La vertiente objetiva implica la consecución de mecanismos inclusivos más eficaces, como el empleabilidad, la educación, la equidad, la protección social, el bienestar y la titularidad de derechos. Esto supone tener en cuenta la aceptación de las normas de convivencia, la confianza a las instituciones públicas y la disposición a la participación ciudadana.

El lado subjetivo se basa en consideraciones internas. Busca fortalecer la percepción de los sujetos sobre las instituciones públicas y privadas. Asimismo, pretende producir un pleno sentido de titularidad de los derechos económicos, sociales y culturales. Además, fomenta que todos se sientan activos y libres de participar en contextos deliberativos, fomentando el sentido de pertenencia y solidaridad.

Aplicar la cohesión social a las prescripciones políticas

Sin embargo, antes de aplicar estas vertientes, el paradigma propone una herramienta fundamental en su propuesta teórica. Su objetivo es establecer cuáles son los problemas que dificultan la cohesión social y entender que se producen de forma multifactorial. Esta comprensión es esencial para tener una idea clara de la realidad y, así, generar las soluciones adecuadas.

Tras detectar los problemas específicos, un análisis más profundo revela las causas estructurales de la pobreza y la desigualdad. Por ejemplo, procesos políticos o económicos que rigen solo a un porcentaje de la población, acceso dispar a derechos y oportunidades, entre otros. A partir de ahí, los gobiernos pueden pensar en cambiar o aplicar nuevas políticas que apunten a la cohesión.

Las políticas pensadas para el fortalecimiento de los aspectos positivos de la cohesión social pueden crear una sociedad general más fuerte y autorregulada. Al garantizar la salud, la empleabilidad, la educación y la protección a las poblaciones vulnerables mediante políticas inclusivas, es posible generar sentimientos de integración y sentido de pertenencia en la población.

Foto por william f. santos en Unsplash

Sobre la autora

Katerine Oria es socióloga de la Universidad Central de Venezuela (UCV). Allí se especializó en demografía y trabajó en censos comunitarios de los barrios de la ciudad.